El infierno es ese lugar en el que en muchas religiones
acaban todos aquellos que no tienen un comportamiento correcto. La RAE nos dice
que es el “lugar donde los condenados sufren, después de la muerte, castigo
eterno“. Pero en realidad, ¿qué sabemos del infierno?
Vamos a centrarnos en lo que el Nuevo Testamento de las
Biblias cristianas nos dice. Hay que tener en cuenta que la palabra “infierno”
proviene del latín “infernum” y no es la palabra original, pero sea en arameo,
hebreo o en griego clásico, aunque la palabra sería diferente, el concepto es
el mismo. El que más habla del infierno es Mateo*, aunque Marcos** y Lucas***
lo mencionan también. Hay varias citas, pero en ellas sólo queda claro que es
un lugar de sufrimiento al que te arrojan, no vas voluntariamente, que tiene
fuego, que es un fuego que no puede ser apagado, que es un horno y que allí
será el llanto y el crujir de dientes. Por último en el Apocalipsis se nos
habla de un lago de fuego y azufre (Apocalipsis 20:10)
Poco más podemos encontrar en el Nuevo Testamento, por eso
no es de extrañar que la Iglesia Católica haya rectificado lo que se propuso en
1215 en el concilio de Letrán y en el de Florencia (siglo XV) y nos diga que el
infierno es la separación de Dios (que no tiene porqué ser eterna) y no un
lugar concreto.
Entonces, ¿por qué tenemos unas imágenes del infierno tan
claras? ¿A qué se debe? Parece que uno de los principales culpables es Dante.
El genial escritor italiano basó su obra especialmente en mitos griegos y
romanos.
Durante la Edad Media en occidente se desarrolló la imaginería
infernal hasta formar lo que durante siglos se pensó que era el infierno.
Suponemos que en él habita el demonio pero, en el Nuevo Testamento, en ningún
momento se menciona que sea la morada de satanás. Pedro (II Pedro, 2:4) nos
dice que allí fueron arrojados los ángeles pecadores en espera de juicio. Pero
no aporta más datos.
Para Dante el infierno está compuesto de círculos
concéntricos que se van estrechando hacia el centro de la tierra. Allí
encontraremos al diablo. Los castigos se corresponden con las faltas cometidas
y son de lo más variopinto: A los que sembraron la discordia se les corta en
pedacitos, a los suicidas se les convierte en árboles, a los herejes les
destina tumbas de fuego… El pintor Hieronymus Bosch también creía en los
castigos del infierno. Aquí os dejamos un fragmento de su obra “El Jardín de
las delicias” que en su parte derecha representa el infierno. ¡Sumamente
inquietante!
Incluso Miguel Angel, en la Capilla Sixtina, representa a
personas siendo estiradas hacia el infierno. Tanto él como Dante incluyen en
sus infiernos criaturas o personajes mitológicos como arpías, centauros e
incluso a Caronte, el barquero del inframundo.
Como pueden ver, del infierno poco o nada se sabe, la
mayoría de lo que se cree se debe en mitos clásicos griegos o romanos o en la
fértil imaginación del medievo.
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