Una epidemia es una
enfermedad que afecta a un determinado grupo humano en un ámbito temporal
concreto, una endemia es una enfermedad que se asienta de forma
permanente en un grupo humano determinado, mientras que una pandemia es
una epidemia que afecta a un área mucho mayor, como un continente o
incluso el planeta entero, como puede ser el sida en nuestros días. Desde la
peste de Atenas en plena guerra del Peloponeso hasta el cólera, el tifus o la
malaria, muchas han sido las epidemias, endemias y pandemias que han asolado a
los distintos pueblos a lo largo de la historia. Estas son las principales:
Ø La peste de
Atenas. Fue la plaga más devastadora del mundo griego y fue
documentada con detalle por el historiador Tucídides. Aquella peste – en la antigüedad todas las plagas
se llamaban pestes – llegó
desde Etiopía y según investigaciones actuales, pudo tratarse de fiebres tifoideas. Una de sus primeras víctimas fue el gran
Pericles y en total pudo afectar a unas 50.000 personas, aunque algunos
historiadores hablan de 300.000.
Ø Peste
Antonina. Como Grecia, Roma también tuvo su gran plaga en el siglo
II, en tiempos de Marco Aurelio, que fue además una de sus insignes víctimas.
La peste antonina – llamada así
por el propio emperador, que pertenecía a la familia de los antoninos – fue devastadora
en la capital, Roma, y se extendió por toda Italia llegando incluso a las
Galias. Entre otros síntomas, la peste causaba ardor en los ojos y en la boca,
sed y abrasamiento interior, fetidez en el aliento, piel enrojecida, tos
violenta, gangrenas, delirios y muerte a los nueve días.
Ø Peste
justiniana. El emperador Justiniano también padeció una terrible plaga
que pudo originarse en Egipto, según la describe Procopio y que comenzaba por
una fiebre súbita, seguida de hinchazones en las axilas, los muslos y detrás de
las orejas. La peste
justiniana, mezcla de varias plagas como la peste bubónica y quizás la viruela
o el cólera, fue terriblemente letal, mató a más de 600.000 personas, a razón
de unas 10.000 al día.
Ø Peste
bubónica o peste negra. La gran epidemia de la Edad Media fue la
peste negra, que asoló todo el continente europeo desde mediados del siglo XIV.
La epidemia pudo llegar de la India y lo habría hecho a través de los
comerciantes italianos que mantenían relaciones mercantiles con el continente
asiático. La
letalidad de la peste fue terrible, en algunas zonas alcanzó a los dos tercios
de la población y generó una
gran despoblación que afectó principalmente al campo, que quedó vacío mientras
las ciudades empezaban a llenarse.
Ø La viruela. Introducida
por los conquistadores españoles en América, la viruela funcionó en el nuevo
continente como una auténtica plaga y fue un aliado esencial de Hernán Cortés
en la caída de Tenochtitlán. Se cree que tras la conquista, la viruela pudo
esquilmar hasta a un tercio de la población indígena de América. En 1796, se
encontraría una vacuna para la viruela.
Ø El cólera. Esta
epidemia de origen asiático llegó a Europa en 1830 y causó 30.000 muertes en
Londres en menos de dos décadas, hasta que el doctor John Snow descubrió que
todas ellas tenían en común el agua del pozo de Broad Street. La llegada del cólera a España fue
aún más devastador y los dos
primeros brotes en 1843 y 1854 causaron más de 300.000 muertos. A partir del
siglo XX esta enfermedad se trasladó a Asia y África, donde continúa en activo.
Ø El
escorbuto. Esta enfermedad era endémica en los viajes transoceánicos y
también en los países del Norte durante la Edad Media, de donde viene su
nombre. El
escorbuto acompañó a los marineros españoles y portugueses durante años,
sufriéndola en sus viajes marinos tan ilustres como Vasco de Gama y Magallanes.
Hasta mediados del siglo XVIII no se relacionó con la falta de vitamina C
provocada por la carencia de frutas y verduras frescas en la dieta.
Ø Fiebre
amarilla. Si los españoles llevaron a América la viruela, sucumbieron
allí con frecuencia de fiebre amarilla. Con
frecuencia se producían brotes en los meses de verano,
desaparecía durante las estaciones frescas y reaparecía con toda su fuerza al
verano siguiente, aunque los que ya habían sido contagiados eran mucho más
resistentes a cogerla de nuevo. La
enfermedad no brotó sólo en la época de la conquista, sino que se extendió
hasta el siglo XIX.
Ø La sífilis. Sus
primeras referencias se remontan al Renacimiento y el organismo que la causa es
el Treponema pallidum. La sífilis es una enfermedad exclusiva del hombre que
llegó a Europa procedente de América. Probablemente se propagó por Europa tras
el sitio de Nápoles en 1495. Fue contagiada por los españoles a las prostitutas
italianas y tras aquello, se propagó por toda Europa como un estigma que se
contagiaba con los placeres carnales. A comienzos
del siglo XX, el 15% de la población europea la padecía, entre
ellos Beethoven, Oscar Wilde, Colón, Baudelaire, Van Gogh, Nietzsche, James
Joyce o Hitler.
Ø La polio. La
poliomielitis se conoce desde hace tres milenios, aunque su vacuna tenga poco
más de medio siglo y hasta entonces se haya mostrado con persistencia en todos
los continentes, sin distinción entre pobres y ricos. De hecho algunas de las
epidemias más importantes se dieron en países como Suecia o Estados Unidos,
siendo conocida la que se desarrolló en Nueva York en los años veinte y que
contagiaría al presidente
Franklin Roosevelt.
Ø La malaria. La
malaria o paludismo mata a día de hoy a más de medio millón de personas al año,
principalmente en África. Gracias al DDT desapareció de Europa, donde era
endémica en países como Grecia o Italia. En España
pasó de 400.000 casos y más de 1.300 muertes en 1943 a desaparecer por completo en la
década de los sesenta.
Ø El sida. Comenzó
oficialmente en junio de 1981 cuando se atribuyó a cinco casos de neumonía en
Los Angeles y a otros casos de sarcoma de kaposi. La mayoría de los pacientes eran
hombres homosexuales y sexualmente activos, muchos de los cuales sufrían otras
enfermedades crónicas. En 1982 la enfermedad fue bautizada con el nombre de Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida (SIDA).
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