Desde la Antigüedad, la división territorial ha estado
caracterizada por las conquistas imperialistas de los diferentes Estados.
Durante el período comprendido entre 1871 y 1914 el imperialismo y el
colonialismo vivieron un auge superior al de cualquier otra época, superando
incluso a las conquistas españolas de los Reyes Católicos o a las victorias
romanas de Trajano.
Imperio Español
El Imperio Español comenzó a forjarse en la época en que
gobernaban Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos,
cuyo matrimonio en 1469 marcó el inicio del proceso de unificación de sus
respectivas coronas. Fue durante el reinado de los Reyes Católicos cuando el
nuevo país comenzó a levantar un imperio. Esta expansión en ultramar se debe a
varios motivos: por un lado, los monarcas deseaban afianzar su dominio sobre
los territorios del norte de África y de esta forma proteger el comercio de
Castilla en el mar Mediterráneo y en el océano Atlántico, además de utilizar
las zonas próximas como puertos para la exportación de oro y esclavos
africanos; por otra parte, apoyaban la exploración de lugares remotos con el
objetivo de extender el cristianismo e incrementar el potencial comercial de
las dos coronas en el Lejano Oriente, lo que proporcionaría grandes riquezas y
prestigio internacional.
Durante los siglos XVI y XVII España se convirtió en la
primera potencia mundial. Castilla,
junto con Portugal, estaba en la vanguardia de la exploración europea y de la
apertura de rutas de comercio a través de los océanos. Los conquistadores
españoles descubrieron y dominaron vastos territorios pertenecientes a
diferentes culturas en América y otros territorios de Asia, África y Oceanía.
España colonizó esos territorios y construyó con ello el mayor imperio
económico del mundo.
El Imperio Español fue
el primer imperio global ya que, por primera vez, un imperio abarcaba
posesiones en todos los continentes.
Imperio Romano
El Imperio Romano
comenzó en el año 27 a.C. al otorgársele a Octavio el título de Augusto. El
Senado le concedió el carácter de ”Imperator”, “Padre de la Patria” y “Princeps
Senatus”. Fue considerado hijo del César divinizado y se le otorgó poder
consular a perpetuidad. Bajo el mantenimiento de las formas republicanas, se va
avanzando paulatinamente a un sistema de poder monárquico y militarista. A este
período se le conoce con el nombre de Alto Imperio.
Luego vinieron cuatro
dinastías de emperadores: la de los Julio-Claudios, la de los Flavios, la de
los Antoninos y la de los Severos. Todos gobernaron con un poder casi absoluto
basado fundamentalmente en el ejército. Las fronteras del imperio se siguieron
expandiendo, anexionándose Mauritania en el año 37, Inglaterra en el año 84 y
Dacia en el año 105.
Durante el gobierno de
Augusto se puso fin a las guerras civiles y comenzó a vivirse una época de
orden, seguridad y prosperidad, con gran florecimiento artístico y cultural,
conociéndose esta etapa como la ”Pax Romana”. La máxima extensión del imperio
fue alcanzada con Trajano, quien venció a los partos y conquistó en el año 117
Armenia y Mesopotamia.
Imperio Británico
El Imperio Británico
comprendió los dominios, colonias, protectorados y otros territorios gobernados
o administrados por el Reino Unido entre los siglos XVI y XX. Durante las
primeras décadas del siglo XX, el Imperio Británico abarcaba una población de
cerca de 458 millones de personas y unos 33.000.000 km², lo que significaba una
cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras
emergidas.
Su máximo esplendor se
desarrolló durante el llamado Siglo Imperial (1815-1914), a través de una serie
de fases de expansión relacionadas con el comercio, la colonización y la
conquista, además de períodos de actividad diplomática. El imperio facilitó la
extensión de la tecnología, el comercio, el idioma y el gobierno británicos por
todo el mundo. La hegemonía imperial contribuyó al espectacular crecimiento
económico de Gran Bretaña y al peso de sus intereses en el escenario mundial.
El Imperio Británico ha
sido uno de los imperios más grande de la historia de la humanidad, pues estaba
presente en todos los continentes.
Imperio Soviético
(URSS)
La Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) fue una confederación constitucional de estados
socialistas basada en la ideología comunista que existió en Eurasia desde 1922
hasta 1991.
La URSS nació como una
unión de cuatro repúblicas socialistas soviéticas, formadas dentro del
territorio del extinto Imperio Ruso, pero luego creció a quince: Armenia,
Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Georgia, Kazajstán, Kirguistán, Letonia,
Lituania, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán.
Desde 1945 hasta 1991,
en el período conocido como Guerra Fría, la Unión Soviética era una de las dos
superpotencias mundiales que dominó la agenda global de la política económica,
los asuntos exteriores, las operaciones militares, el intercambio cultural, los
progresos científicos, etc. La Unión Soviética llegó a ser el modelo de
referencia para futuros estados socialistas durante la Guerra Fría. El gobierno
y la organización política del país fueron definidos por un régimen de partido
único, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Imperio Napoleónico
El Imperio Napoleónico
está comprendido entre 1799, año en el que Napoleón se convirtió en Cónsul
mediante un golpe de Estado, y 1815, año en que se restauró la monarquía
borbónica en Francia.
Las campañas exteriores
durante la Revolución Francesa dan a conocer al pueblo francés la figura de un
joven general que proporcionará éxitos y sobre el que se depositarán las
esperanzas en tiempos de zozobra e inestabilidad, Napoleón Bonaparte. Elegido
en principio como cónsul, al poco tiempo acaparará en sus manos el poder
suficiente para instaurar un régimen imperial e iniciar un proceso de expansión
territorial mediante el que Francia pasará a controlar buena parte de Europa.
La posición hegemónica
de Francia fue contestada por algunas naciones, fundamentalmente Gran Bretaña,
que recelaron de la acumulación desmesurada de poder por parte de una sola
potencia y de sus ansias expansionistas. En respuesta, Napoleón impuso un
bloqueo continental al comercio con los productos ingleses. Una alianza de
naciones creada para frenar el expansionismo francés desembocará en una guerra
a escala europea y, finalmente, en la derrota militar del Emperador y su
desalojo del poder.
III Reich Alemán
(Alemania Nazi)
El III Reich hace
referencia a la Alemania del período comprendido entre 1933 y 1945, cuando
Adolf Hitler gobernó este país bajo los fundamentos del nazismo. Este período
se caracterizó por un fuerte carácter imperialista y expansionista.
La derrota sufrida por
Alemania durante la Primera Guerra Mundial le supuso durísimas condiciones que
se concretaron en el Tratado de Versalles, por el cual Alemania debía devolver
territorios y pagar fuertes sumas de dinero en concepto de indemnización.
Al término de la guerra
se fundó el Partido Obrero Alemán, que en 1920 tomaría el nombre de Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán, cuyo líder era Adolf Hitler. El modelo de
estado nazi se basaba en una dictadura representada por el "Führer",
que gobernaría un pueblo de iguales en raza y pensamientos, liberando a
Alemania del yugo impuesto por los vencedores del Tratado de Versalles.
Con la crisis de 1929 en
Alemania aumentó gravemente el desempleo y la inflación. Los miembros del
Partido Nazi captaron cada vez más afiliados, obteniendo en las elecciones de
1932 el 37,4 % de los votos. Hitler no solo contó con apoyo local, sino también
con el de los estados occidentales, como Inglaterra y Francia, que lo veían
como un arma eficaz en la lucha contra el comunismo que amenazaba extenderse
desde Rusia. En 1933 Hitler se convirtió en Canciller. Disolvió el Parlamento,
prohibió la libertad de prensa y los sindicatos y estableció el sistema de
partido único: el Nazi. Para terminar con la oposición creó las SS y la
GESTAPO, cuerpos de policía destinados a destruir toda ideología contraria al
nazismo.
Imperio Persa
Los persas eran un
pueblo de lengua indoeuropea que se originó como un grupo de tribus nómadas cuya
localización original radicaba al norte de la meseta de Irán. Alrededor del año
1400 a.C., algunas de estas tribus se trasladaron hacia el sur de Irán y
establecieron su capital en Susa, junto a los medos, pueblo que los dominó.
Esta situación perduró hasta mediados del siglo VI a.C., cuando el reybel
Grande venció a los medos y los sometió a su autoridad. Sentó las bases de un
nuevo imperio al conquistar Lidia, las colonias griegas de Asia Menor y
Mesopotamia.
El gobierno estaba a
cargo de una monarquía absoluta. El territorio fue dividido en 20 satrapías,
siendo las más importantes las de Lidia, Media, Asiria, Babilonia, Egipto e
India, lo cual demuestra la gran extensión que alcanzó este imperio. La capital
religiosa era Persépolis y las tres capitales administrativas eran Susa,
Ecbatana y Pasargada. En todas ellas se erigieron importantes palacios para
honrar al soberano.
Imperio Árabe
Los preceptos indicados
en el Islamismo fueron la base para el comienzo de la expansión árabe. La
obligación de los creyentes a practicar la Guerra Santa en defensa de la fe
favoreció la incorporación de soldados a los ejércitos árabes y a dejar de
luchar entre sí.
También hubo otras
razones que impulsaron la expansión árabe. Desde el punto de vista económico,
la pobreza del territorio habitado por este pueblo impulsó la búsqueda de
tierras más fértiles y prósperas. A esto se agrega la paulatina decadencia de
los Imperios Persa y Bizantino, condición propicia para la introducción de esta
nueva cultura.
A la muerte de Mahoma en
el año 632, sus sucesores, denominados califas, fueron los encargados de
dirigir al pueblo islámico y procurar la expansión de la religión y del
territorio. En los siglos VII y VIII los musulmanes logran expandir su imperio
apoderándose de territorios que abarcaban desde la Península Ibérica hasta la
India.
Imperio Inca
Los incas fueron un
pueblo conquistador que logró ocupar una gran extensión territorial: desde las
sierras del sur de la actual Colombia hasta el norte de Chile y de Argentina, y
desde la costa del océano Pacífico hasta el este del valle del río Amazonas,
constituyendo así un poderoso imperio, aproximadamente en el año 1430, al que
llamaron Tahuantisuyo, cuyo significado es “las cuatro partes del mundo”, pues
estaba dividido en cuatro regiones. La capital del imperio era Cuzco, situada a
3.400 metros sobre el nivel del mar. Su economía era fundamentalmente agrícola
e inventaron una curiosa técnica de cultivo, llamada terraza, que consistía en
construir sobre las laderas de las montañas unas terrazas en las que
cultivaban.
De los pueblos
conquistados obtenían ingresos importantes a través de tributos y adoptaron sus
características culturales. Entre los pueblos conquistados estaba la cultura
chapín, ubicada en el norte de Perú, que había adquirido amplios conocimientos
de agricultura, astrología e ingeniería; los mochicas y los chimú, asentados en
la costa norte de Perú, se dedicaban a la agricultura y a la ganadería: en la
costa sur estaban los nazca, dedicados fundamentalmente a la cerámica y a la
agricultura de riego por canales; en Bolivia conquistaron a los tiahuanaco y a
los huari, sociedades militarizadas y con gran desarrollo agrícola,
arquitectónico y artístico.
La máxima autoridad
imperial era el Inca, considerado hijo del sol, que tenía poderes absolutos, en
un sistema de gobierno que era una monarquía teocrática. El primer Inca fue
Manco Capac y el último, de un total de trece, fue Atahualpa, cuyo poder fue
arrasado por la conquista española sobre el año 1533. La conquista española
terminó con su desarrollo cultural e impuso la forma de vida y la religión de
los conquistadores.
Imperio Griego
Al principio de los
anales de Grecia se colocan los tiempos heroicos, la guerra de Troya y demás,
pero hay después un período de transición en el que poco a poco se
constituyeron poblaciones griegas en ciudades militares y comerciales. Con las
guerras de Mesenia, Esparta consiguió establecer su hegemonía sobre todo el
Peloponeso, mientras que las ciudades marítimas buscaban expansión por las
costas del Mediterráneo y fundaban florecientes colonias, no solo en Asia
Menor, sino en África, España e Italia. Atenas, entre tanto, se distinguía por
sus sabias leyes, por su poder marítimo y comercial y por su cultura literaria.
A finales del siglo XI
a.C., Atenas y Esparta, los dos principales Estados de Grecia, se consideraban
rivales. Las Guerras Médicas las unieron contra los persas. Los griegos
lograron salvar la independencia helénica y la civilización de Europa. Sus
victorias habían contribuido al engrandecimiento de Atenas y esta se había
convertido en el centro de un imperio colonial extendido por todo el mar Egeo y
la Propóntide, y luego con Pericles alcanzó su siglo de oro llegando a ser el
centro de toda la civilización helénica.
Debilitados los griegos
por las luchas internas, el vecino reino de Macedonia fue adquiriendo
importancia y al final Filipo II acabó por imponer en Grecia la unidad
macedónica. Llegó el fin del Imperio Griego en el año 338 a.C.
Imperio Maya
La civilización maya
habitó en una vasta región denominada Mesoamérica, situada al sureste de
México. Esta civilización cuenta con una historia de aproximadamente 3.000
años, a lo largo de los cuales fundó un gran imperio.
La sociedad maya estaba
organizada sobre la base de una marcada estratificación social, a la cabeza de
la cual se encontraba la nobleza, los “almenehoob”. Este grupo privilegiado
monopolizaba el poder y la autoridad al ostentar los puestos políticos y
religiosos. El gobernante supremo de la provincia era el Halach Uinik, en quien
residía el poder absoluto sobre los asuntos terrenales y espirituales.
Dominando la mayoría de
los aspectos de la vida de los mayas se encontraba la religión (politeísta),
siempre presente y dejando sentir su influencia en los ritos agrícolas, en las
ceremonias públicas, en el arte y en la cultura.
Esta es una de las
culturas mesoamericanas precolombinas más importantes, pues su legado científico
y astronómico es mundial. La agricultura fue la actividad central en la vida de
este pueblo y el comercio fue indispensable para la economía, ya que el área
geográfica maya proveía grandes productos, pero limitaba otros. No existían
monedas para el comercio, solamente el trueque. La destrucción de Mayapán,
sesenta años antes de la llegada de los españoles, marcó el principio del fin
de este imperio.
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