Los fósiles son organismos vivos que murieron y sus restos
se solidificaron y se convirtieron en roca. Este proceso toma millones de años
y gracias a él, hoy podemos conocer cómo fueron los animales y las plantas que
existieron en la tierra desde que comenzó la vida.
Este proceso es muy raro y muy pocos organismos logran
fosilizarse. La gran mayoría de los animales al morir son devorados por otros o
sus cuerpos se descomponen, las plantas se secan, se pudren o se queman.
Las condiciones para que se puedan fosilizar deben ser
ideales: el animal o la planta debe morir en el agua o cerca de ella y debe
quedar cubierto rápidamente en sedimento (barro y arena).
Durante millones de años, capas de sedimento se van
acumulando sobre el organismo, convirtiéndolo lentamente en roca.
Los huesos y los dientes son los que mejor se han preservado
como fósiles, pues los tejidos suaves se descomponen más fácilmente, pero en
algunas ocasiones se han logrado preservar la piel, los músculos e incluso
algunos organos y tejidos internos de los animales.
También existen fósiles de las huellas dejadas por plantas o
animales, pueden ser las huellas dejadas en el barro por las pisadas de un
dinosaurio, los túneles excavados por una lombriz o la huella dejada por una
hoja o una flor.
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