A nivel teórico, es fácil declamar las diferencias entre erotismo y pornografía. El erotismo es una forma de arte que busca mostrar de manera bella al cuerpo humano y su sexualidad, de manera digna. La pornografía es una manifestación que busca estimular la excitación sexual, es vulgar y cosifica al ser humano, volviéndolo un objeto de uso sexual.
El erotismo su “sugiere” y la pornografia “muestra”.
El problema aquí, igual que con toda la reflexión estética, es que en última instancia estamos apelando al criterio subjetivo, que depende en parte de los criterios sociales generales, pero también del entorno cultural especifico a cada persona. Y estos criterios no son, y nunca han sido, universales.
Así, por un lado puede haber manifestaciones que dentro del entorno cultural occidental judeocristiano nos sean perfectamente tolerables (una mujer en bikini), pero para otros grupos culturales no sean para nada aceptables, y sean indignos (una mujer en bikini a los ojos de un musulmán).
Se puede afirmar que erotismo y pornografía son dos mundos opuestos, aunque su sustancia es la misma: el gran factor sexual.
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