¿Cómo funcionan las vacunas?

 



El mecanismo que sigue la vacuna es el de introducir en el cuerpo humano agentes infecciosos en estado atenuado o muerto, de forma que, ante esta presencia extraña, el organismo provoca un estímulo inmunológico o de defensa similar al que se daría en caso de padecer verdaderamente la enfermedad. La defensa creada por el organismo es la que protege al individuo de adquirir ese virus cuando se vuelva a encontrar con él.

 

Por este motivo, y simplificando mucho, se puede afirmar que la vacuna consiste en una especie de engaño al sistema inmunitario del organismo. Muchas vacunas tienen efectos secundarios importantes, motivo por el cual no se comercializan hasta que no se haya demostrado científicamente su capacidad antigénica y que no existen reacciones adversas de importancia.

 
Las vacunas más importantes.- Existe un gran número de enfermedades cuyas vacunas han conseguido paliar los graves efectos que en otros tiempos tenían sobre la infancia. Entre ellas destacan:

Poliomelitis: enfermedad que se transmite de una persona a otra. Puede ser por el sistema nervioso, produciendo parálisis respiratorias o, en los casos más graves, de los brazos y las piernas.

Difteria: enfermedad transmisible, que hace años destruía muchas vidas de niños. Produce unas placas en la garganta que puede asfixiar al niño o poner muy seriamente en peligro su vida.

Tosferina: afección que también se contagia de un niño a otro. Produce fuertes accesos de tos que puede ocasionar asfixia. Es especialmente grave en menores de dos años.

Tétanos: toda herida sucia, sobre todos si es profunda, puede estar contaminada por el agente productor del tétano. La limpieza de la herida no garantiza su destrucción. La enfermedad se acompaña de fuertes contracciones musculares muy dolorosas, convulsiones y rigidez. Su gravedad es alta.

Rubeola: es una enfermedad benigna. Sin embargo, la afección de una mujer embarazada puede sufrir en el feto lesiones graves, fundamentalmente sordera, ceguera y malformaciones cardiacas.

Parotiditis: llamada vulgarmente paperas, es una enfermedad que afecta las glándulas, con preferencia a las salivares. En la mayoría de las ocasiones es benigna, pero puede producir algunas muertes sobre todo por meningoencefalitis. También es grave la afección en el testículo que puede ir seguida de esterilidad.

Sarampión: es la más extendida de las enfermedades eruptivas de la infancia. En la mayoría de los casos se desarrolla sin complicaciones, aunque no quiere decir que no pueda ser grave.

Hepatitis B: es una enfermedad que puede producir invalidez física, o muerte cuando evoluciona a cirrosis hepática. Su transmisión puede ser de vía parental, sexual y vertical. Se recomienda vacunar antes de los 15 años.

Haemophilus influenzae tipo B: es una enfermedad que afecta únicamente al ser humano. La transmisión se realiza de persona a persona, por contacto directo o bien a través de las gotitas de saliva que vierten al exterior las personas afectadas y secreciones nasofaríngeas. La práctica totalidad de los casos se dan en menores de cinco años.

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