Según hipótesis de antropólogos, existen muchas probabilidades de que la primera palabra pronunciada por el ser humano primitivo podría haber sido “¡No!”, y que ese “¡No!” se hubiese convertido en una de las claves de la evolución del hombre. La posibilidad de advertir a los jóvenes de los peligros, facilitó la transmisión de conocimientos esenciales para la supervivencia.
De esta manera, un simple “¡No!” pudo alejar a un prehistórico homínido del fuego, de una planta venenosa o de sufrir una caída mortal. Puede ser por esto, que dicha palabra fundamental sea tan corta y contundente prácticamente en todos los idiomas: no, non, nein, nao…
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