El trabajo, ¿bendición o maldición?



¿Quién inventó el trabajo? ¿Es acaso el invento de una sociedad capitalista obsesionada por la acumulación de riqueza? ¿Acaso es una maldición que vino a la humanidad por el pecado original?

Podemos definir el trabajo como aquel esfuerzo mental o físico encaminado a cumplir el mandato de Dios de señorear la tierra ya sea que recibamos algún salario o no.
Durante buena parte de nuestra historia, ha predominado la idea de que el trabajo es algo duro y desagradable y que es por eso por lo que nos pagan. Ello lo expresa muy claramente Max Weber en su obra basada en la Biblia La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que fue utilizada por los pastores protestantes para predicar que el trabajo duro era bueno para las personas, para la sociedad cristiana y un bálsamo contra el pecado original. Según el cristianismo, los seres humanos vivían en el Jardín del Edén, donde todo era perfecto. Pero a causa del pecado original fuimos expulsados y esta es nuestra situación actual, según reza Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro ganarás el pan que comas hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.

Según la creencia judía, el trabajo es una “maldición enviada expresamente por Dios para castigar la desobediencia y la ingratitud de Adán y Eva”. El Antiguo Testamento mismo alaba el trabajo no porque halle ninguna alegría en él, sino porque es necesario para combatir la pobreza y la indigencia.

En griego clásico la palabra que designa al trabajo es ponos, procedente del latín poena, que significa pena. El trabajo manual estaba reservado a los esclavos, mientras que los hombres libres atendían los asuntos de la guerra, el comercio a gran escala y las artes, especialmente la arquitectura o la escultura1.

De modo que, según nuestras raíces culturales, el trabajo es una maldición, un castigo por el pecado original y sólo para los esclavos.
Si nos referimos a la Biblia en el libro del Génesis encontramos lo siguiente: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn. 3:17-19). Para los que dicen que el trabajo es una maldición o castigo tienen razón, ya que por medio de la desobediencia del hombre Dios lo condenó a cultivar la tierra y comer con el sudor de su frente es, decir, por medio de su trabajo. Pero también en el Salmo 128 versículo 2 leemos “Cuando comieres del trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien”. La palabra Bienaventurado significa afortunado, feliz, dichoso, etc. sinónimos de bendición. De acuerdo a esto para los que afirman que el trabajo es una bendición también están en lo cierto. Entonces ¿Quién tiene la razón? La respuesta la encontramos en el libro del Eclesiastés “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios”. (Ecl. 5:19) “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios” (Ecl. 2:24). No hay duda quien tiene trabajo es una persona bendecida ya que por medio de éste obtenemos los recursos necesarios para vivir: techo, abrigo, comida, educación, etc.

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