¿Quién dijo que las curvas no son sexys?
En ese afán tan “moderno” de buscar la supuesta perfección de los cuerpos a base de cirugías y tratamiento agresivos, y peligrosos, en muchas ocasiones olvidamos que el atractivo no radica en la perfección de las medidas imposibles sino en la capacidad para llevar con alegría y sensualidad lo que tenemos.
¿Quién puede, después de los cuarenta años, usar las tallas de nuestros años jóvenes? ¿Qué sacrificios y luchas nos implica el batallar contra el inexorable paso del tiempo? ¿Acaso una arruga o un “michelín” no es la demostración de que hemos vivido y que además lo hicimos con satisfacciones?
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