El Papel Higienico. Su Historia


Obviamente, el papel higiénico no ha existido siempre, podemos estar bastante seguros de que el hombre de las cavernas no se detuvo en ningún mega-supermercado a recoger su paquete de rollos de papel. Aunque cabe decir que el ser humano es el único animal que tiene la destreza de limpiarse después de cada defecación…Por tanto estos cavernicolas utilizaron materiales como hojas y palos.

Por supuesto la zona donde se vivía determinaba el material de elección. En la América colonial eran las mazorcas de maíz, las conchas de mejillones fueron muy populares en las regiones costeras, así como unas buenas cáscaras de cocos en zonas como Hawai. Lugares menos templados como Francia, la realeza como Luis XIV utilizaba la lana para mayor comodidad, en cambio en la India y el mundo árabe se hizo muy popular el uso de la mano izquierda. Algunos historiadores consideran esta razón porque para los árabes tradicionalmente, la mano izquierda era la mano sucia. En la tradición islámica se establece que se debe limpiar con piedras o terrones de la tierra, enjuague con agua y finalmente se secan con un paño de lino. invención del papel higiénico se utilizaban materiales diversos: lechuga, trapos, pieles, césped, hojas de coco o de maíz. Los antiguos griegos se aseaban con trozos de arcilla y piedras, mientras que los romanos se servían de esponjas amarradas a un palo y empapadas en agua salada. Por su parte, los inuit optaban por musgo en verano y por nieve en invierno, y para las gentes de zonas costeras la solución procedía de las conchas marinas y las algas.
Los primeros en crear y usar papel higiénico fueron los chinos, quienes en el siglo II A.d.C. ya diseñaron un papel cuyo uso principal era el aseo íntimo. Varios siglos más tarde (allá por el siglo XVI), las hojas chinas de papel destacaban por su gran tamaño: medio metro de ancho por 90 centímetros de alto. Sin duda, estas hojas estaban en consonancia con la posición jerárquica de sus usuarios: los propios emperadores y sus cortesanos.


HIGIENE Y CLASES SOCIALES
En higiene personal las clases sociales estaban bien delimitadas.


Los antiguos romanos de las clases pudientes utilizaban lana bien empapada en agua de rosas, mientras que la realeza francesa utilizaba nada menos que encaje y sedas. La hoja de cáñamo era el más internacional de los materiales utilizados por los ricos y poderosos.
Joseph C. Gayetty fue el primero en comercializar el papel higiénico allá por 1857. El producto primigenio consistía en láminas de papel humedecido con aloe, denominado “papel medicinal de Gayetty”, un auténtico lujo para los más hedonistas. El nuevo producto, de precio prohibitivo, se comercializaba bajo un visionario eslogan: “la mayor necesidad de nuestra era, el papel medicinal de Gayetty para el baño”.
En 1880 los hermanos Edward y Clarence Scott comienzan a comercializar el papel enrollado que hoy conocemos. Una presentación en sociedad llena de obstáculos dados los muchos tabúes que rodeaban al nuevo producto. Por la época se consideraba inmoral y pernicioso que el papel estuviera expuesto en las tiendas a la vista del público en general.
Pero el papel de los orígenes no era el producto suave y absorbente de nuestros días. En 1935 se lanza un papel higiénico mejorado bajo el reclamo de “papel libre de astillas”. Esto nos hace deducir que lo habitual de la época era que el papel higiénico contara con alguna que otra impureza.

De ser un producto denostado y vendido discretamente en la trastienda, el papel higiénico se ha convertido en el protagonista de pasarelas de moda, obras de arte y delicados trabajos de papiroflexia. Artistas plásticos de renombre como Christo, Anastassia Elias o Yuken Teruya han utilizado papel higiénico como material para sus trabajos. En el terreno de la moda, es célebre el certamen Cheap Chic Weddings Toilet Paper Wedding Dress Contest, que cada año reúne en Estados Unidos a las más originales propuestas de vestidos nupciales confeccionados con papel higiénico.
A la doble capa del papel (incorporada en 1942) se suman en la actualidad tecnologías punteras que aportan mayor suavidad y absorción (como la UCTAD, desarrollada y patentada por Kimberly-Clark). La última innovación del producto supone incorporar loción de karité, un fruto natural con reconocidas propiedades cosméticas.

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